Entrevista

Modesto Tamez El profesor de ciencias que acompaña la formación de monjes tibetanos

8 minutos de lectura

Chile es uno de sus países favoritos y la ciudad de Concepción en particular, considerando su escala y su potencial académico y humano. Amante de la simplicidad de lo complejo, dedica su vida a compartir el conocimiento que ha adquirido implementando la “ciencia barata”, una forma de aprendizaje y desarrollo que lo ha llevado a acompañar en su formación a los monjes tibetanos que actualmente habitan en India.

Astrónomo especializado en un solo planeta. Así se presenta. Sonriente, sencillo, práctico. La diversidad de países que visita y a los encuentros de ciencia y astronomía a los que habitualmente es invitado, le han enseñado a adaptarse,  acercarse rápidamente a las personas, romper barreras, pues considera que toda oportunidad de cada nuevo día siempre tiene un alto valor y un tremendo resultado: aprender.
Tras 25 años de trabajo, Modesto Tamez es Profesor Emérito del Museo Exploratorium de San Francisco, Estados Unidos, un espacio abierto a la ciencia y la exploración que cuenta con 650 exposiciones permanentes y donde todo está permitido en el propósito de investigar, consultar y dialogar. De visita en Concepción en el marco de la IV Cumbre de la Red Chilena de Educación y Difusión de la Astronomía organizado por Conicyt y la Universidad de Concepción, conversamos de educación, ciencia, desarrollo y de la simpleza del ser humano.
Astrónomo especializado en un solo planeta. Así se presenta. Sonriente, sencillo, práctico. La diversidad de países que visita y a los encuentros de ciencia y astronomía a los que habitualmente es invitado, le han enseñado a adaptarse,  acercarse rápidamente a las personas, romper barreras, pues considera que toda oportunidad de cada nuevo día siempre tiene un alto valor y un tremendo resultado: aprender.
Tras 25 años de trabajo, Modesto Tamez es Profesor Emérito del Museo Exploratorium de San Francisco, Estados Unidos, un espacio abierto a la ciencia y la exploración que cuenta con 650 exposiciones permanentes y donde todo está permitido en el propósito de investigar, consultar y dialogar. De visita en Concepción en el marco de la IV Cumbre de la Red Chilena de Educación y Difusión de la Astronomía organizado por Conicyt y la Universidad de Concepción, conversamos de educación, ciencia, desarrollo y de la simpleza del ser humano.
Astrónomo especializado en un solo planeta. Así se presenta. Sonriente, sencillo, práctico. La diversidad de países que visita y a los encuentros de ciencia y astronomía a los que habitualmente es invitado, le han enseñado a adaptarse,  acercarse rápidamente a las personas, romper barreras, pues considera que toda oportunidad de cada nuevo día siempre tiene un alto valor y un tremendo resultado: aprender.
Tras 25 años de trabajo, Modesto Tamez es Profesor Emérito del Museo Exploratorium de San Francisco, Estados Unidos, un espacio abierto a la ciencia y la exploración que cuenta con 650 exposiciones permanentes y donde todo está permitido en el propósito de investigar, consultar y dialogar. De visita en Concepción en el marco de la IV Cumbre de la Red Chilena de Educación y Difusión de la Astronomía organizado por Conicyt y la Universidad de Concepción, conversamos de educación, ciencia, desarrollo y de la simpleza del ser humano.
Astrónomo especializado en un solo planeta. Así se presenta. Sonriente, sencillo, práctico. La diversidad de países que visita y a los encuentros de ciencia y astronomía a los que habitualmente es invitado, le han enseñado a adaptarse,  acercarse rápidamente a las personas, romper barreras, pues considera que toda oportunidad de cada nuevo día siempre tiene un alto valor y un tremendo resultado: aprender.
Tras 25 años de trabajo, Modesto Tamez es Profesor Emérito del Museo Exploratorium de San Francisco, Estados Unidos, un espacio abierto a la ciencia y la exploración que cuenta con 650 exposiciones permanentes y donde todo está permitido en el propósito de investigar, consultar y dialogar. De visita en Concepción en el marco de la IV Cumbre de la Red Chilena de Educación y Difusión de la Astronomía organizado por Conicyt y la Universidad de Concepción, conversamos de educación, ciencia, desarrollo y de la simpleza del ser humano.
¿Qué opinión tiene de avanzar en el desarrollo de la tecnología, robótica o la inteligencia artificial en países donde existen preocupantes niveles de desocupación? ¿Cómo ve la oportunidad de la ciencia para abrir nuevos espacios?
 
Puede que les sorprenda mi respuesta, pero yo no estoy en contra de la tecnología. La ocupo muy poco, pues cuesta dinero y requiere de entrenamiento, y lo que yo trato de promover es la “ciencia tacaña” o “ciencia barata”, donde utilizo cartones, cosas disponibles o que muchos consideran desechos. Lo que sí creo es que los denominados smartphones o tablets son muy dañinos, los niños están como robots y ese es mi enemigo, y debo luchar contra eso, pues haciendo se aprende mejor. Con esos aparatos se crean separaciones, filtros que te apartan de la realidad. Yo ocupo mucho la tecnología para comunicarme, pero para enseñar no tanto.
Lo que sí hago son robots, pero muy sencillos, con motorcitos de 1 dólar, que son más mecánicos que electrónicos, pues para entender la electrónica primero se necesita entender la electricidad básica. Muchos están brincando de “nada” a computadoras, y existen cosas y fases intermedias que se las saltan, no las experimentan.
 
¿Metodologías como la Montessori o Waldorf son una alternativa más o debieran ser parte de los programas educativos?
 
Es muy relevante comprender que como personas nacemos haciendo experimentos. El niño en la silla tirando platos y cucharas por 2 ó 3 años no está siendo mal criado, está experimentando. Ya sabemos que luego de 3 años, se generaliza. Es lo necesario para sobrevivir. Yo pretendo llevar a los estudiantes a esa edad para que experimenten, porque es la forma de aprender.
En la clase, los alumnos deben estar pensando y reflexionando en lo que están haciendo y el profesor debe estar entrenado para orientar y motivar con el “¿qué sucede?”. He publicado un artículo en una revista austríaca que podríamos traducir como “Un hombre volviéndose loco por la idea de que nadie nunca ha enseñado algo” y ahí explicamos que no se trata de enseñar, sino de aprender. Cada uno de nosotros, cuando fue a la escuela, no nos enseñaron nada, lo aprendimos solos.
 
Nuestro sistema educacional ha pasado por distintos procesos de modernización y aún nos encontramos con enormes brechas que determinan el futuro de una persona por la posibilidad de acceder o no a cierto tipo de educación ¿Cómo debieran ocurrir estos cambios?
 
Estoy de acuerdo con la importancia y urgencia que planteas, pero cuando un gobierno dice “queremos que nuestros estudiantes aprendan 90% de la materia que les entregaremos”, eso no va a suceder. Tanto profesores como las instituciones debemos ser más modestos en las expectativas. Si existe movilidad de 10% eso no es poco, es mucho. En Chile existe un universo de 2 a 3% de científicos. Si van de 3 a 4 es un tercio más, y eso es enorme. No esperen que vayan de 3 a 10, eso es tontería. Es muy importante ir creciendo desde la base, pues desde ahí se sostiene todo lo demás.
“Con los monjes tibetanos el traspaso de conocimiento y experiencias es mutuo y buscan permanentemente aprender”.
 
El aprendizaje con los monjes tibetanos
 
Modesto Tamez fue profesor de ciencia para alumnos desde los niveles de kínder a cuarto medio en inglés y español, y luego de realizar una especialización en geología, comenzó a enseñar a alumnos de pregrado y posgraduados. Hoy, a sus 71 años y a 2 años de haberse pensionado, viaja por distintos países del mundo conociendo la historia, cultura, vivencias y experiencias de pueblos originarios y sociedades modernas, implementa los “Laboratorio Costo Cero” mediante la “Ciencia Barata”, y participa del aprendizaje y formación de los monjes del Tíbet que actualmente viven en India.
Se detiene a detallarnos cada etapa de su vida, donde nos ilustra con ejemplos sencillos la necesidad de experimentar para avanzar en el conocimiento y desarrollo. Desde su constante inquietud de niño, se dedicó a “aprender haciendo” en cada nuevo desafío profesional. Así, llegó al Museo Exploratorium, donde “nos encontramos profesores de universidad con mucho contenido y maestros de la escuela con mucha pedagogía. Entonces hicimos un muy buen matrimonio entre ambas partes y lo hicimos por 25 años. Desde ahí nos fueron conociendo e invitando a distintos lugares y países”. Fue así como llegó por primera vez a Concepción, y también a Turquía, Costa Rica, Europa e India.
Puede parecer curioso que desde occidente podamos enseñarle algo a oriente en términos de estudios que ellos llevan miles de años desarrollando ¿Cómo fue llegar a compartir sus experiencias y vivencias con los monjes del Tíbet?
Uno de mis amigos, un físico que es parte del Museo Exploratorium, siempre manifestó gran interés en el Dalai Lama. Así, lo buscó, tocó su puerta y logró transmitirle nuestra intención de cómo aprender más, de cómo cooperarnos. El Dalai Lama conoció lo que proponíamos y como sabía que el exploratorio era un lugar muy bueno, comenzamos un trabajo en el que 8 integrantes de nuestro equipo han viajado a trabajar con ellos.
Ha sido un trabajo muy bonito y muy interesante, pues nos encontramos con muchas ansias de conocimiento. Cuando comenzamos nuestro trabajo le preguntaron al Dalai Lama qué es lo que quería o esperaba que los monjes aprendieran de nosotros, de mis compañeros. “Queremos hablar de física alta, de astronomía y percepción”, fue la respuesta. Bueno, les dijimos, si están en el Siglo XV de ciencia ¿no sería mejor comenzar con Galileo en vez de Einstein?
 
Podemos imaginar que ha sido un permanente compartir experiencias…
 
Así es. Y lo otro muy importante es que nunca nos insultamos, ni planteamos que el otro está equivocado. Ellos nos enseñan su manera de ser y son increíbles. Ha sido una relación muy linda, de hecho el Dalai Lama dice “nosotros somos personas de filosofía y religión. Si quieres saber algo de ciencia, entonces pregúntale a un científico”. Eso no pasa en todas las religiones.
Los monjes son adultos de cuerpo, pero niños de 9 años en espíritu. Son diferentes al poseer un sentido de amor que me encanta, ocupándose de estudiar las ciencias que conocen, que son antiguas, de 500 años o más. Por ejemplo, la física de color es compleja de estudiar para alguien que nunca ha visto esta materia. Para nosotros, como científicos, si el sensor del ojo no tiene nada, entonces el negro es ausencia de color, pero ellos dicen “no, el negro es un color” y tuvimos discusiones muy bonitas, pues para ellos los sentidos son muy importantes, y desde ahí surge mucho desde donde podemos hablar, aunque muchas veces no llegamos a consenso, pero son experiencias y discusiones hermosas.
 
Tenemos la impresión de que son grandes sabios…
 
Son humanos y trabajan muy duro para memorizar sus mantras, pero son muy humanos. La cosa más bella es que aceptan mucho, incluso más que nosotros. El traspaso de conocimiento y experiencias es mutuo y buscan permanentemente aprender. Por ejemplo, preguntamos “¿quién tiene alguna consulta?”. Y todos levantan la mano. Siempre quieren aprender más. Consideremos que normalmente ocupan 13 horas del día para practicar sus mantras. 5 a 6 horas con nosotros es nada.
Ahora, lo central de toda esta experiencia es que es un encuentro cultural, donde nosotros llegamos con una carga que nos lleva a comportarnos de cierta manera o a tomar cierto tipo de decisiones, frente a la forma que ellos tienen de vivir que es ajena a lo material.
Lo otro interesante es que están siempre muy cerca físicamente. Todos tenemos una pared, los latinos menos que los norteamericanos, y éstos menos que los japoneses, por ejemplo; pero los monjes te hablan frente a tu cara, te abrazan y te das cuenta que se siente bien. Cuando eso ocurre, ya sabes que te puedes acercar más, has traspasado el límite, las paredes ya no existen.

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