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La singularidad de las orquídeas chilenas

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En Chile, existen cerca de 6.000 especies de flora vascular (cuya estructura básica se compone de raíz, tallo y hoja), de las cuales más de 700 son plantas introducidas que se han dispersado por los ecosistemas nativos. Es importante destacar que alrededor de un 50% de las especies nativas son endémicas, lo que significa que crecen de forma natural exclusivamente en Chile. En comparación con otros países sudamericanos, el total de especies no es muy alto, pero el nivel de endemismo es uno de los más altos del continente, que se debe en parte a un marcado aislamiento geográfico, con el Desierto de Atacama en el Norte, la Cordillera de los Andes al Este, el Océano Pacífico al Oeste y, finalmente, el Canal de Drake que separa la Patagonia chilena de la Península Antártica en el Sur. 

Debido a su aislamiento geográfico y su particular historia geoclimática, Chile posee una gran diversidad de ecosistemas, de los cuales muchos poseen condiciones extremas. Ejemplos de esto lo son el fenómeno del Desierto Florido en el Norte y los fríos e inhóspitos paisajes altoandinos donde apenas existe vegetación. La pregunta fundamental es: ¿Cómo llegaron a establecerse una gran cantidad de especies endémicas en estos hábitat? 

Dentro de las angiospermas (plantas con flores), se encuentra la familia Orchidaceae, una de las más grandes del mundo con aproximadamente 25.000 especies. Las orquídeas constituyen uno de los grupos más cultivados del mundo, pero poco se sabe de sus estrategias y adaptaciones ecológicas. En Chile hay más de 70 especies de orquídeas nativas descritas, presentes desde la Región de Tarapacá hasta la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena. De ellas, un poco más de la mitad son endémicas, con una especie particular que sólo se encuentra en la Isla Alejandro Selkirk del Archipiélago Juan Fernández. 

Estas plantas poseen una morfología única que las diferencia de las otras angiospermas, ya que poseen raíces, hojas y, sobre todo, flores modificadas que reflejan su historia evolutiva. Uno de los mecanismos de polinización de estas flores es por aroma (el más evolucionado), simulando ser productoras de néctar. Pero la mayoría de las orquídeas utiliza un método donde engaña a los insectos polinizadores para que piensen que la flor es un insecto hembra listo para copular. Una sola orquídea puede generar miles de semillas microscópicas que no tienen cotiledones, sólo poseen su núcleo. A falta de energía para germinar por sí solas, deben formar relaciones simbióticas con hongos específicos para lograr brotar y desarrollarse. Mantienen esta relación hasta que la planta logra generar clorofila por si misma (autótrofa) y ahí el hongo se nutre de la planta. Es importante señalar que en la naturaleza no sería posible el nacimiento de una orquídea sin la presencia de un hongo que la ayude, sin embargo, para estos hongos las orquídeas no son indispensables para vivir.  

Las raíces de las orquídeas poseen un filamento interno cubierto de una masa de células esponjosas, llamado velamen, el cual cumple el rol de evitar la pérdida de agua en ambientes secos y de absorber mejor el agua y los nutrientes. No todas las hojas de las orquídeas son iguales, hay desde suculentas y esponjosas hasta finas y frágiles, las cuales normalmente están cubiertas de una densa capa de cutina (cutícula) que protege a la planta de la evapotranspiración excesiva y de los defoliadores (insectos, larvas o animales que comen hojas). La flor de las orquídeas es su carácter morfológico más distintivo y normalmente consiste en tres partes externas y tres partes internas. Las tres partes externas son los sépalos y se organizan con uno en la parte superior y dos en la parte inferior, mientras que las interiores son los pétalos dispuestos dos a cada lado de la flor y uno en el fondo o parte inferior, llamado labelo o labio, que está altamente modificado para asistir en la polinización. Finalmente, otra estructura altamente especializada es la columna, la cual es suculenta y se trata de la fusión de la parte femenina (gineceo) y masculina (androceo) de la flor.  

Estas plantas se ven constantemente amenazadas por la construcción de caminos, el pisoteo que genera el ganado, el arado para la preparación de suelos de cultivo, cambios de uso de suelo, entre otras. Además, se debe sumar la competencia por el uso de los valiosos recursos disponibles (suelo, agua y luz) con especies de flora introducidas. Dada la gran cantidad de amenazas antrópicas y dificultades naturales de estas especies para adaptarse, es nuestro deber proteger y cuidar nuestras orquídeas nativas, que son un tesoro patrimonial, y que han logrado adaptarse a las condiciones ambientales extremas que tenemos en Chile.  

Autores: Josefina Arce (Licenciada en Ciencias Ambientales, jsfnrc@gmail.com), Gustavo Morales (Investigador de orquídeas nativas, glasspalacechile@gmail.com) y Hernán Retamales (Ingeniero Forestal, Dr. en Botánica, hretamalesr@gmail.com).

Fotografía: Gerald Poblete (Fotógrafo de Naturaleza, gerald.poblete91@gmail.com)

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